jueves, 18 de agosto de 2011

Arguedas ¿100% cuerdo?

Desde que supe con mayor certeza de todos los detalles de José María Arguedas, consideré que no era un hombre con los cinco sentidos estables, ya que al saber de sus anhelos por suicidarse sin tratar de buscar una solución al problema que consigo llevaba simplemente siguió sus "instintos suicidas". Comprendo la decisión que tomó, y que las causas que lo llevaron a su muerte fueron los fantasmas del pasado que no dejaron de perturbarlo, cosa que sale a relucir incluso en sus obras, pero yo creo que si él vivía y se identificaba en un mundo indígena que sufría y que era constantemente maltratado, también observaba lo fuerte que eran al recibir las constantes ofensas y desprecios por parte de los criollos, era claro que ésta gente iba a tener estragos en el futuro, pero por necesidad la iban a llevar, y sacándole provecho y apreciando lo que el siempre promocionó el amor por nuestra naturaleza, las riquezas que el país posee, ¿no eran un motivo suficientemente fuerte?, veamos que dicen los psiquiatras y psicólogos de esto.
En 1969, el escritor, antropólogo y etnólogo José María Arguedas se suicidó, luego de padecer muchos años de una grave depresión, que se inició en sus años de juventud, probablemente a los 32 años. Según las descripciones que él mismo hace en los diarios de su obra póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo, y en las cartas suyas publicadas posteriormente, Arguedas presentó al parecer múltiples episodios depresivos, caracterizados principalmente por decaimiento, cansancio, falta de concentración, insomnio, ansiedad y una ideación suicida recurrente que lo llevó a un primer intento frustro en 1966 y a uno segundo que acabó con su vida, pese a los múltiples tratamientos -farmacológicos y psicoterapéuticos- que recibió. Se han planteado muchas ideas para comprender la depresión y suicidio del autor de Yawar Fiesta, Los ríos profundos, El Sexto, Todas las sangres y Amor mundo: la pérdida temprana de la madre, el supuesto maltrato por parte de su madrastra y hermanastro, la repetida ausencia del padre viajero, el fracaso de su matrimonio, el no poder tener hijos, la sensación de marginalidad entre el mundo indígena y el mundo de los mistis -sin pertenecer realmente a ninguno-, el supuesto fracaso de sus tesis integradoras; todo ello quizás influyendo sobre una predisposición biológica a la depresión. Cabe preguntarse en qué medida sus síntomas depresivos contribuyeron a forjar su obra, marcada por la nostalgia, la marginalidad y la ambivalencia, al punto de preguntarnos si habría Arguedas pasado a la historia de la literatura de no haber padecido depresión.
“En abril de 1966, hace ya algo más de dos años, intenté suicidarme. En mayo de 1944 hizo crisis una dolencia psíquica contraída en la infancia y estuve casi cinco años neutralizado para escribir. (...) Y ahora estoy otra vez a las puertas del suicidio. Porque, nuevamente, me siento incapaz de luchar bien, de trabajar bien. Y no deseo, como en abril del 66, convertirme en un enfermo inepto, en un testigo lamentable de los acontecimientos.” (Primer diario, 10 de mayo de 1969).
“Yo no me acuerdo de mi mamá. Es una de las causas de algunas de mis perturbaciones emocionales y psíquicas.”

“Hoy tengo miedo, no a la muerte misma sino a la manera de encontrarla. El revólver es seguro y rápido, pero no es fácil conseguirlo. Me resulta inaceptable el doloroso veneno que usan los pobres en Lima para suicidarse; no me acuerdo del nombre de ese insecticida en este momento. Soy cobarde para el dolor físico y seguramente para sentir la muerte. Las píldoras –que me dijeron que mataban con toda seguridad- producen una muerte macanuda cuando matan. Y si no, causan lo que yo tengo, en gentes como yo, una pegazón de la muerte en un cuerpo aún fornido. Y ésta es una sensación indescriptible: se pelean en uno, sensualmente, poéticamente, el anhelo de vivir y el de morir. Porque quien está como yo, mejor es que muera.”

Era su vida claramente complicada, lo fue, pero lo seguia siendo, y es que el dejó que lo atormentaran. No soy tan poco empática como para no llegar a comprender sus problemas, pero yo imaginé que un escritor tan motivador a traves de sus cuentos y obras, en toda su actividad literaria, habia aprendido que de lo malo pueden salir cosas buenas, y que vale la pena pelear hasta el final y no dejarse vencer por algo psicológico. La justicia que él pedía para los indios tardaría en llegar y sus años eran los de espera para un mejor futuro, y quizás tenía que suceder que es éste él no estuviera presente.
No por eso dejaré de admirarlo pues aún considero que son tan realistas sus relatos, que son de gran apoyo a la motivacion y pensamiento para un siglo XXI



1 comentario:

  1. si es una gran pregunta saber si Arguedas esta completamente cuerdo porque quitarse la vida no es un hecho razonable para muchos o muchas de nosotros (AS)

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