jueves, 25 de agosto de 2011

Poema

HARAWI

Yau Gestrudis
Sonk’ochallay sonk‘o,
ñavi ruruy
Diospa yawarnin
Diospa unanchan,
Diospa simin
Diospa heridan
Manan ñrusachu kani.
Auk’aykikuman
K’atisiawanku
Yana puyus llak tayta pakaykun,
Chiririnkas iglesia punkukki
Raprayan
Llok’llas kachaykakamun,
All’kos anyarin, llapan
Plasaykupi

Oye Gertrudis,
Corazón, corazón mío
Luz de mis ojos
Sangre de Dios
Bandera de Dios
Boca de Dios
Herida de Dios
Ya no estoy ciego.

Tus enemigos
nos persiguen;
la nube negra ha entrado a mí pueblo
la mosca que anuncia la muerte
aletea en la puerta del templo
torrentes de lodo lo amenazan;
los perros están aullando, todos en la plaza.


jueves, 18 de agosto de 2011

Arguedas ¿100% cuerdo?

Desde que supe con mayor certeza de todos los detalles de José María Arguedas, consideré que no era un hombre con los cinco sentidos estables, ya que al saber de sus anhelos por suicidarse sin tratar de buscar una solución al problema que consigo llevaba simplemente siguió sus "instintos suicidas". Comprendo la decisión que tomó, y que las causas que lo llevaron a su muerte fueron los fantasmas del pasado que no dejaron de perturbarlo, cosa que sale a relucir incluso en sus obras, pero yo creo que si él vivía y se identificaba en un mundo indígena que sufría y que era constantemente maltratado, también observaba lo fuerte que eran al recibir las constantes ofensas y desprecios por parte de los criollos, era claro que ésta gente iba a tener estragos en el futuro, pero por necesidad la iban a llevar, y sacándole provecho y apreciando lo que el siempre promocionó el amor por nuestra naturaleza, las riquezas que el país posee, ¿no eran un motivo suficientemente fuerte?, veamos que dicen los psiquiatras y psicólogos de esto.
En 1969, el escritor, antropólogo y etnólogo José María Arguedas se suicidó, luego de padecer muchos años de una grave depresión, que se inició en sus años de juventud, probablemente a los 32 años. Según las descripciones que él mismo hace en los diarios de su obra póstuma El zorro de arriba y el zorro de abajo, y en las cartas suyas publicadas posteriormente, Arguedas presentó al parecer múltiples episodios depresivos, caracterizados principalmente por decaimiento, cansancio, falta de concentración, insomnio, ansiedad y una ideación suicida recurrente que lo llevó a un primer intento frustro en 1966 y a uno segundo que acabó con su vida, pese a los múltiples tratamientos -farmacológicos y psicoterapéuticos- que recibió. Se han planteado muchas ideas para comprender la depresión y suicidio del autor de Yawar Fiesta, Los ríos profundos, El Sexto, Todas las sangres y Amor mundo: la pérdida temprana de la madre, el supuesto maltrato por parte de su madrastra y hermanastro, la repetida ausencia del padre viajero, el fracaso de su matrimonio, el no poder tener hijos, la sensación de marginalidad entre el mundo indígena y el mundo de los mistis -sin pertenecer realmente a ninguno-, el supuesto fracaso de sus tesis integradoras; todo ello quizás influyendo sobre una predisposición biológica a la depresión. Cabe preguntarse en qué medida sus síntomas depresivos contribuyeron a forjar su obra, marcada por la nostalgia, la marginalidad y la ambivalencia, al punto de preguntarnos si habría Arguedas pasado a la historia de la literatura de no haber padecido depresión.
“En abril de 1966, hace ya algo más de dos años, intenté suicidarme. En mayo de 1944 hizo crisis una dolencia psíquica contraída en la infancia y estuve casi cinco años neutralizado para escribir. (...) Y ahora estoy otra vez a las puertas del suicidio. Porque, nuevamente, me siento incapaz de luchar bien, de trabajar bien. Y no deseo, como en abril del 66, convertirme en un enfermo inepto, en un testigo lamentable de los acontecimientos.” (Primer diario, 10 de mayo de 1969).
“Yo no me acuerdo de mi mamá. Es una de las causas de algunas de mis perturbaciones emocionales y psíquicas.”

“Hoy tengo miedo, no a la muerte misma sino a la manera de encontrarla. El revólver es seguro y rápido, pero no es fácil conseguirlo. Me resulta inaceptable el doloroso veneno que usan los pobres en Lima para suicidarse; no me acuerdo del nombre de ese insecticida en este momento. Soy cobarde para el dolor físico y seguramente para sentir la muerte. Las píldoras –que me dijeron que mataban con toda seguridad- producen una muerte macanuda cuando matan. Y si no, causan lo que yo tengo, en gentes como yo, una pegazón de la muerte en un cuerpo aún fornido. Y ésta es una sensación indescriptible: se pelean en uno, sensualmente, poéticamente, el anhelo de vivir y el de morir. Porque quien está como yo, mejor es que muera.”

Era su vida claramente complicada, lo fue, pero lo seguia siendo, y es que el dejó que lo atormentaran. No soy tan poco empática como para no llegar a comprender sus problemas, pero yo imaginé que un escritor tan motivador a traves de sus cuentos y obras, en toda su actividad literaria, habia aprendido que de lo malo pueden salir cosas buenas, y que vale la pena pelear hasta el final y no dejarse vencer por algo psicológico. La justicia que él pedía para los indios tardaría en llegar y sus años eran los de espera para un mejor futuro, y quizás tenía que suceder que es éste él no estuviera presente.
No por eso dejaré de admirarlo pues aún considero que son tan realistas sus relatos, que son de gran apoyo a la motivacion y pensamiento para un siglo XXI



jueves, 11 de agosto de 2011

QUE GUAYASAMIN

¿Desde qué mundo, Guayasamin, tu fuerza se levanta?
Paloma que castiga
sangre que grita.
¿Desde qué tiempos se hicieron tus ojos que descubren
los mundos que no se ven,
tus manos que el cielo incendian?
Escucha, ardiente hermano,
El tiempo del dolor,
de los días que hieren,
de la noche que hace llorar,
del hombre que come hombres,
para la eternidad lo fijaste
de modo que nadie será capaz de removerlo,
lo lanzaste no sabemos hasta qué límites.

Que llore el hombre
que beba el suavísimo aliento de la paloma
que coma el poder de los vientos,
en tu nombre.
Wayasamin es tu nombre;
el clamor de los últimos hijos del sol,
el tiritar de las sagradas águilas que revolotean Quito,
sus llantos, que acrecentaron las nieves eternas,
y ensombrecieron aún más el cielo. No es solo eso:
el sufrimiento de los hombres en todos los pueblos;
Estados Unidos, China, el Tawantinsuyo
todo lo que ellos reclaman y procuran.
Tú, ardiente hermano
gritarás todo esto
con voz aún más poderosa
e incontenible que el Apurimac.
Está bien hermano,
está bien, Oswaldo.

Resumen - rios profundos

La historia comienza cuando Ernesto llega con su padre, un abogado respetable, a la casa de su tío el hermano de su papá, el Viejo, un hombre propietario de una haciendo en Cuzco, huraño y despreciable por las gentes del lugar; al llegar también los trata como si fueran cualquier cosa dejándolos dormir en una vieja cocina. Ernesto sabía mucho de la ciudad natal de su padre porque él le contaba mucho sobre ella, de la construcciones y otros monumentos, lo cual al verlos dejan muy emocionado y fascinado. Conoció al Viejo y pudo ver como era la vida en una hacienda, allí también conoció a un pongo al cual le agradó y un criado, creído y poco agradable. En la plaza, escuchó una de las cosas que su padre le contó, la María Angola, las campanadas fuertes y retumbantes, que hacían a todos arrodillarse por unos minutos. Luego fueron, describiendo varios paisajes y diferentes ambientes, a Abancay, donde su padre le dijo que lo dejaría a estudiar pues iba a ir a Charhuanca a conseguir trabajo, lo cual le dolió mucho a ambos, pues Ernesto con su padre había visto miles de maravillas naturales y su padre jamás se alejó de él.
En el convento habían jóvenes internos y externos que estudiaban con él. Sus amigos eran Antero, quien le presentó a la joven que le llegó a gustar después de un tiempo, Palacitos, el Lleras que era un joven malo, el Añuco amigo del Lleras que se va con un hermano del convento para también ser en un futuro él; Valle, que era el más culto de todos y galante con las jóvenes de las haciendas. Hizo una fuerte amistad con Antero, que le presento a Salvinia y quien le obsequio su primer zumbayllu, el movimiento de éste hacian parecido a los rios profundos del Perú, la batalla entre los menores y los mayores para ver quienes lo hacian girar más y quién se los quedaba.
Hubo la situación de un motín por la falta de sal, donde estuvo involucrada doña Felipa. Tiempo después llegó una peste, por lo que tuvo que salir de Abancay, se despidio de Salvinia con un ramo de flores. Los colonos hicieron la persecución de doña Felipa pero logró huir, y no la atraparon.

INFLUENCIA QUE RECIBIÓ EL AUTOR.
La influencia que recibió el autor para ser escritor fue en la ciudad de Lima, en cambio para escoger los temas de su obra han sido la directa influencia de la convivencia con los indios de la serranía del Perú.
A los 18 años cuando llegó a Lima, hablaba con dificultad el castellano y debió sufrir mucho para asimilarse a la lengua y a las costumbres de la costa. Supo del dominio absoluto del terrateniente dueño real y trágico de vidas y haciendas.
Con la vivencia imborrable a cuestas llegó a Lima para hallar en los escritores peruanos que habían descubierto al indio 4 siglos después que los conquistadores. En ese instante surgió su vocación de escritor.

La entrega total al tema del indio le hizo seguir un doble camino, el de la investigación científica y la creación literaria.

Como etnólogo es el conocedor más penetrante y completo del folklore quechua. Antes que el, los escritores peruanos vieron al indio con curiosidad y desdén, incluso con oculto sentimiento racista.

Con Arguedas, el indio ingresa de verdad en la literatura peruana, y también la belleza sombría de los andes, sus contradicciones profundas, su tierra, su poesía, sus mitos. Ante tanto dolor acumulado Arguedas tomó conciencia de la dignidad del hombre, su solidaridad le llevo a dar clases gratuitas del castellano a los indios de Sicuani.


miércoles, 20 de julio de 2011

Minibiografia

Joséaría Arguedas nació en Andahuaylas, en la sierra sur del Perú. Proveniente de una familia mestiza y acomodada, quedó huérfano de madre a los dos años de edad. Por la poca presencia de su padre —que era un abogado litigante y viajero—, y su mala relación con su madrastra y su hermanastro, se refugió en el cariño de los sirvientes indios, lo que hizo que se adentrara con la lengua y costumbres andinas que modelaron su personalidad. Sus estudios de primaria los realizó en San Juan de Lucanas, Puquio y Abancay, y los de secundaria en Ica, Huancayo y Lima.

Ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en 1931; allí se licenció en Literatura, y posteriormente cursó Etnología, recibiéndose de de bachiller en 1957 y doctor en 1963. De 1937 a 1938 sufrió prisión en razón de una protesta contra un enviado del dictador italiano Benito Mussolini. Paralelamente a su formación profesional, en 1941 empezó a desempeñar el profesorado, primero en Sicuani, Cuzco, y luego en Lima, en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Guadalupe y Mariano Melgar, hasta 1949. Ejerció también como funcionario en el Ministerio de Educación, poniendo en evidencia su interés por preservar y promover la cultura peruana, en especial la música y la danza andinas. Fue Director de la Casa de la Cultura (1963-64) y Director del Museo Nacional de Historia (1964-66). En el campo de la docencia superior, fue catedrático de Etnología en la Universidad de San Marcos (1958-68) y en la Universidad Agraria La Molina (1962-69). Agobiado por conflictos emocionales, puso fin a sus días disparándose un tiro en la cabeza.

Su obra narrativa refleja, descriptivamente, las experiencias de su vida recogidas de la realidad del mundo andino, y está representada por las siguientes obras: Agua (1935), Yawar Fiesta (1941), Diamantes y pedernales (1954), Los ríos profundos (1958), El Sexto (1961), La agonía de Rasu Ñiti (1962), Todas las sangres (1964), El sueño del pongo (1965), El zorro de arriba y el zorro de abajo (publicado póstumamente en 1971). Toda su producción literaria ha sido compilada en Obras completas (1983). Además, realizó traducciones y antologías de poesía y cuentos quechuas. Sin embargo, sus trabajos de antropología y etnología conforman el grueso de toda su producción intelectual escrita, y no han sido revalorados todavía.

M

Imagenes


¿Cómo lo vive el Perú?

- En el centenario de José María Arguedas

Por Rodrigo Montoya Rojas

“Al inmenso pueblo de los señores hemos llegado y lo estamos removiendo. Con nuestro corazón lo alcanzamos, lo penetramos; con nuestro regocijo no extinguido, con la relampagueante alegría del hombre sufriente que tiene el poder de todos los cielos, con nuestros himnos antiguos y nuevos, lo estamos envolviendo. Hemos de lavar las culpas por siglos sedimentadas en esta cabeza corrompida de los falsos wiraquchas, con lágrimas, amor, o fuego.

Servindi, 18 de enero, 2011.- El Congreso de la República, el Ministerio de Cultura, la Comisión Nacional, el Ministerio de Educación, la Comisión Especial del Centenario del Nacimiento de José María Arguedas y la Biblioteca Nacional del Perú se unen a la serie de homenajes que se desarrollarán en conmemoración del centenario del escritor apurimeño.

Por Eduardo Arroyo*

18 de enero, 2011.- Lima es, al celebrar los 476 años de su fundación hispana como capital del Perú, una ciudad globalizada y nacional, cosmopolita y popular, mestiza y con un fuerte ingrediente andino, tal como la quería José María Arguedas, quien precisamente hoy hubiera cumplido 100 años, de haber estado vivo. Se une, pues, el homenaje a la ciudad primada del Perú con el centenario del natalicio del gran amauta José María Arguedas.